Infecciones vaginales

Durante el embarazo son frecuentes las infecciones vaginales. El calor, la humedad y el exceso de flujo en el último trimestre de gestación favorecen aún más su aparición. Algunas, como la vaginosis bacteriana, se han asociado a determinadas complicaciones, por eso es importante tratarlas.

Las infecciones vaginales más frecuentes durante el embarazo son la candidiasis vulvovaginal (infección por hongos) y la vaginosis bacteriana. El resto de las infecciones (tricomoniasis, gonorrea, clamidiasis, etc.) son más raras. Las infecciones pueden aparecer en cualquier momento de la gestación, “aunque es en el tercer trimestre cuando la mujer está más predispuesta, debido a un aumento del flujo vaginal y de la vascularización, que unido a los cambios hormonales, favorecen el crecimiento de determinados patógenos, como los hongos”, explica el Dr. José R. García Flores, ginecólogo del Hospital Quirón, en Madrid.
El origen de las infecciones es variado y depende del patógeno que las provoque. Los hongos tienden a aparecer en situaciones como bajada de defensas, el embarazo, humedad local, ropa interior ajustada que no permite una adecuada transpiración, uso de antibióticos, etc. Mientras que la gonorrea o la clamidiasis se contagian por transmisión sexual.

Síntomas y tratamiento de la infección vaginal
Aunque algunas infecciones pasan inadvertidas y sólo son diagnosticadas cuando el ginecólogo realiza un análisis del flujo vaginal, existen una serie de síntomas que hacen sospechar de infección y que no son achacables a los cambios normales de la gestación. Estos son: picor vaginal o vulvar (en la zona de la vulva), cambio en el aspecto del flujo (blanquecino o “grumoso”), ardor, irritación o enrojecimiento vulvar o aparición de un olor desagradable del flujo.
“Las infecciones vaginales deben tratarse durante el embarazo, ya que algunas como la vaginosis bacteriana se han asociado a determinadas complicaciones como riesgo de parto prematuro; y de forma excepcional, ciertos patógenos como la sífilis pueden afectar al desarrollo fetal”, advierte el Dr. José R. García Flores, ginecólogo del Hospital Quirón, en Madrid. De ahí la importancia de que acudas a tu médico al menor síntoma, él te hará un diagnóstico y establecerá el tratamiento adecuado dependiendo del tipo de infección, “dichos tratamientos son seguros durante el embarazo para la paciente y su hijo”, aclara el especialista. Los tratamientos suelen consistir en la aplicación de crema en la zona o de óvulos vaginales, si la infección es bacteriana es necesario la administración de antibióticos.
La infecciones vaginales suelen volver a aparecer (incluso después de un adecuado tratamiento), ya que una vez alterada la flora vaginal, es difícil restaurarla. De ahí que actualmente se recomiende el uso de preparados probióticos (por vía oral o en óvulos vaginales) como complemento al tratamiento habitual. “El uso de probióticos ha demostrado servir como una ayuda adecuada a la medicación para evitar recurrencias de la infección”, aclara el ginecólogo.

Prevenir las infecciones vaginales
Existen una serie de medidas que debes tener en cuenta para prevenir la infección vaginal.

– Cambia a diario la ropa interior y con más frecuencia si tienes mucho flujo o notas humedad en la zona.
– Evita el uso de salvaslips.
Las irritaciones vaginales son frecuentes en las mujeres que utilizan salvaslips, ya que estos producen irritaciones de contacto.
– No utilices jabones no específicos para la higiene vulvovaginal o para irrigación vaginal. En caso de infección activa, debes preguntar a tu médico antes de usar cualquier jabón que puede irritar aún más la mucosa vaginal.
– Cuando te laves la zona genital, hazlo con la mano (sin esponja), de delante hacia atrás. El exceso de limpieza también es perjudicial: “Destruye las barreras protectoras de la piel y abre la puerta de entrada a bacterias, hongos, virus y a otros microorganismos. Por tanto, la ducha diaria en condiciones normales con jabones de ph neutro suele ser suficiente”, aconseja Román Barabash Neila, dermatólogo del Hospital Virgen del Rocío, en Sevilla.   
La administración de probióticos mediante óvulos vaginales ayuda a repoblar la flora vaginal normal que puede encontrarse alterada como barrera de defensa frente a patógenos (pregunta a tu ginecólogo cuál es el más indicado). Hay alimentos, como el yogur con Lactobacillus acidophilus, que también pueden resultar beneficiosos.
– En caso de sospecha de una infección vulvovaginal, debes utilizar preservativo como método de barrera durante las relaciones sexuales para evitar la transmisión a tu pareja.
Evita la ropa interior excesivamente ajustada o con un tejido sintético, ya que dificulta la transpiración y aumente la sudoración. La ropa interior debe ser de algodón.
No permanezcas con prendas de baño húmedas durante un tiempo excesivo.
Duerme sin ropa interior para disminuir la humedad en la zona vulvar.
Evita la depilación o rasurado en la zona genital, ya que pueden producirse cortes o abrasiones en los labios vaginales o en el periné y favorece las infecciones en la zona.
Cuando vayas al baño, límpiate de delante hacia atrás para evitar contaminar la zona vaginal con posibles restos fecales. Algunos problemas vaginales son consecuencia de la mala costumbre de limpiarse a la inversa.
Evita el uso de ropa interior estrecha o sintética, porque aumenta la humedad en la zona vulvar facilitando la aparición de hongos vaginales.
No se aconsejan las duchas vaginales. “Modifican la microbiota vaginal y esto favorece la aparcicón de hongos”, advierte la doctora Teresa Puerta, coordinadora del Grupo Español para la Investigación de Enfermedades de Transmisión Sexual/Sida de la Academia Española de Dermatología y Venereología.

 

Infecciones de transmisión sexual
Son diferentes a las anteriores. Según la Academía Española de Dermatología y Venereología, la más frecuente es la infección por el Virus del Papiloma Humano (VPH) y después otras como la infección por Chlamydia trachomatis, sífilis, gonorrea, herpes genital o VIH. Más del  50% de las infecciones de transmisión sexual se producen en personas  de entre 20 y 35 años. Las infecciones de transmisión sexual no siempre presentan síntomas, ni hay ningún signo clínico que se pueda observar. Por eso es tan importante acudir a las revisiones del ginecólogo. “Se estima que aproximadamente entre un 70–80por ciento de la población sexualmente activa puede resultar infectada por algún tipo de VPH”, informa esta sociedad médica. Pero aquí lo mas importante es diferenciar entre la infección y la enfermedad, ya que solo un pequeño porcentaje de las personas infectadas va a presentar manifestaciones clínicas. Dado que no existe tratamiento que erradique el virus, lo mas importante será la prevención (vacuna en la infancia), y los controles ginecológicos. “La mayoría de las infecciones por VPH se resuelven espontáneamente, si persisten y producen lesiones (verrugas en los genitales) se vigilan y, llegado el momento en el que las probabilidades de que desaparezca son pequeñas, se realiza una pequeña intervención. El tiempo que puede permanecer latente el virus en el organismo es extremadamente prolongado pudiendo aparecer como consecuencia de un contagio de años atrás , por lo que siempre es difícil de saber la cadena de transmisión y hay que aclarar este punto para evitar dudas y problemas sobre la fidelidad de la pareja actual”, explica Esther de la Viuda, ginecóloga en el Hospital de Guadalajara.